RESPUBLICA
Sebastián Rivero
I
Sebastián Rivero Scirgalea
Colonia del Sacramento, 1978.
Profesor de historia, periodista. Dicta
clases en el Centro Regional de Pro¬
fesores del Suroeste. Desde 1996
publica comentarios y artículos sobre
temas artísticos, culturales e históricos
en medios locales y nacionales. Fue
co-fundador de la publicación cultural
regional Revista ü. Dentro de la investi¬
gación histórica y cultural editó los
libros: Antología (sintética) de la poesía
coloniense. Desde el siglo XVIII a la
actualidad. (Revista U, 2000) y La Guerra
Grande en Colonia (Torre del Vigía, 2007).
Publicó los libros de poesía Cuerpo g
sombra de la voz (Revista U, 2003),
La Cárcel del Silencio (Artefato, 2005)
y Pequeños Crímenes Cotidianos (Vintén
Editor, 2008). Su obra poética está
incluida en las antologías Poesía del
Litoral (Aidebarán, 2007) y Los hijos del
fuego. Novísima poesía uruguaya (Ca¬
racas, Fundación Editorial El perro y la
rana, 2011).
Rivero Scigalea, Sebastián
Respública
i 1 ed.: MAyo de 201 z
96 p.; 12 x 19 cm.
isbn: 978-9974-699-07-6
©2012, Sebastián Rivero Scigalea
© 2012, Estuario
Maldonado 1906/601
Montevideo, Uruguay
www.estuarioeditora.coin
estuarioeditora@gmaiI.com
Diseño de cubierta: Raúl Burguez
Retrato de solapa: Matías Bergara
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta y
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guna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico,
de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.
Flores en mi tumba,
¿quién las pondrá?
Flores en mi tumba,
y mucho que olvidar (...)
Pondré flores en mi tumba
¿quién las pondrá si no?
Solo flores en mi tumba
y nada más.
Los Traidores
un país igual a una caja
de paredes negras
secreto sumergido
mariposa muerta en llamas
enorme medusa imposible
al borde del abismo
resumen de la noche
que acaricia las paredes laterales
pequeña caja en penumbras:
guardarás el grito
en el fondo
del derrumbe.
con lógica geométrica se construye un país
(los puntos recorren solos el mapa)
aquí ya no abisman los infinitos pascalianos
• 8 ’
barro
vivían en chozas
comían pescados, liebres, pájaros
ranas y mariposas
cazaban con lanzas, arcos,
boleadoras, piedras y cucharas
un día marcharon al poniente
ya se extinguieron.
(por la ley del eterno retorno vuelven: en las plazas,
altares, almanaques, en las leyes, en los obituarios,
blancos, negros, amarillos, verdes y azules, con plu¬
mas o sin plumas, en las tandas comerciales, en los
videoclips, vuelven... pero ellos no lo pidieron.)
(5 de mayo de 1607 — de Hernandarias a su rey)
“pasar este año que viene con alguna gente y
caballos y correr la otra banda que llaman de los
charrúas (...) Y si lo hallare dispuesto y fuerte de
la suerte que yo imagino, y me pareciere convenir
a vuestro Real Servicio será posible dejar poblado
allí un pueblo que entiendo sería de importancia
para lo dicho y de no menos efecto para otras
ocasiones, y para tener allí los delincuentes y
los que vienen sin orden y licencia de Vuestra
Majestad porque poniendo los pies aquí no hay
remedio para detenerlos o a lo menos tienen
mucho para huirse.”
el río alrededor
un ronco bramido
presionando
amoldando la noche
a sus caprichos
aquí se apaga todo
cae
se muere
en materia densa
IO~
cocida en el fondo
aquí la modernidad nunca llega
barro
chapoteando barro
alguien desde los barcos dijo:
algo se ata, se atora
en la garganta
masticado
con unción patria
ración de ungüentos
desinfectados
masticando, rumiando
la propia carne escasa
prendida a las ijadas
hijas ilegítimas
del hambre
pisadas arrastrando barro
lamiendo las costas
ciudad de barro
vida inconsciente
en la resaca que traen las olas
dibujar círculos
(graznidos afónicos de gaviotas)
donde, entre nada, se funda la ciudad
es grave mal la hambre en demasía
hambre la enfermedad la más
rabiosa
afirmó (con pudor)
el poeta-cronista Martín del Barco Centenera
(pero cuando tienta este tirano
un hermano al otro muerto
bofes y asaduras
le masca
muy gozoso.)
12'
(2 de julio de 1608 - de Hernandarias a su rey)
“y volví por la tierra adentro viéndola toda (...)
se da todo con grande abundancia y fertilidad
y buena para todo género de ganados (...) gran
suma de corambre y otros frutos de la tierra que
se darán en grande abundancia.”
(cuero, mascado y estirado cuero, revistiendo
a los animales y plantas, porque todo se reduce
al pellejo aquí, a la muerte seca y putrefacta...
venderemos nuestro propio cuero, seremos carne
vibrante, alma doliente, al desnudo.)
vieja patria
entretejida de humus
de pastitos verdes, gratos al paladar, masticables
osario pulido y relumbrante, en greda
amalgamado
la textura dorada de esta pradera
vida chapaleando en materia inerte
bella, suave, ondulada,
valsecito criollo, fiel en el recuerdo
bs sepulcros que puebbn mi memoria
son estos, verdes campos, tan sabrosos y
crujientes
fotográficos y perfectos, de memoria leve,
de aroma embriagante, diluido
de bs Ibrosos sauces
llegan esos hervores, exultantes como oboes,
almizclados, como carne de niños abrasada,
autóctono festín antropófago
del Uruguay en las espumas
14 '
brotan alaridos, cornamusas,
églogas épicas y pastoriles lanzas
sueños morbo panteístas
clamoreo marcial y son de murga
al chocar de los remos sobre el río
nace el rinoceronte albo
la furia gris
que cabalga en esta patria
(las cosechas están plenas
ya revientan:
margaritas, trigos, cenagales)
la bestia es muy mansa, muy torva
sus cuernos brillantes de luna
alzan la barcarola de la aurora
como un naipe con el sol saliente
como la baraja en la quinta la paraguaya
al azar caído, naufragado
(si desde el fondo, eternas)
pastando, rebuznando, se paseaba
por el campo de la patria hermoso
se echó a trotar
bajo la luz (feliz)
paquidermo gualdo
la embestida baguala te acecha
el tragaluz celeste y blanco que frunce la
escarapela
te enjaula, te retiene
Treinta y Tres hombres y un rinoceronte blanco
viviente melodía, diana triunfal
helos allí:
un imposible
en la pradera ingrávida
(ajena al desgarrón de los abismos pascalianos)
Treinta y Tres hombres y un rinoceronte blanco.
~i6~
Troya
(o el cerrito)
(esconderse en la pecera —ya quieta—,
[en el desván,
como rata, animal acorralado... sacar algo,
con tufo a naftalina...)
Como rata quéjala del incienso nieve que se disipa
Que tras roer la anilla de vaselina blanca se disipa
(Perlongher dixit)
esnifando la nieve vaselina
de las palabras que en la borla, orlada (del pirulín)
entran a la fuerza en el meandro, saturado del rollo
tejido poroso de esta lengua abarrotada
[de polvo blanco
con acides musical en la argolla del pomo, doloroso,
esfínter móvil, que menea el lazo, raso pataleado
en el entremés de la liga, por donde asciende la rata
—aquella del cuento, del sacerdote y Camila—
asciende por los hilos de la historia, por los manojos
del fusilamiento, por las preseas de los colorados
[del monte,
y sus cananas, por los emplastos hechos
con la carne de los muertos
en el matadero, por el revés de la letra.
i7~
copiosa en la sombra de Rosas,
sube resbalando en la vaselina, pero ya no pasa,
engrosada, en el orificio.
un murito de barro trazó el
sitio
allá en la unión
un espejo astillado
siempre
dibuja una herida, un cerco
como quien
ordena el mazo
otra vez
las figuras
(de metal o cera)
y reparte
contornean
nuevas formas, rostros
a un lado
caudillos
(gauchipolíticos)
~I9~
al otro
doctores
(gauchipolíticos)
Adolfo Berro bajo
una lira de mármol
en el cementerio
del Buceo
Ducasse niño
el León de Caprera
(jamás pensé que la muerte
hubiera deshecho a tantos)
la rural del Prado
mi lengua desdoblada al borde del espejo
una lengua (otra) cercada
el signo sitiado
el sentido que busca, desea
desguazar el sintagma
extranjería del código es toda
lengua
extranjería del código es toda
a un lado
guerra
(grande)
babel muda
al otro
babel apuñalada.
todos y todas
hemos sido
—transidos y travestidos—
la loca del bequeló
la patria es púrpura
aunque nada pasa
(y la muerte es un caracol que se enrosca)
todas y todos
en el emblema
de la Respública
seguimos siendo
—con rituales y psiquiatras—
la loca del bequeló.
instrucciones para la cría
de ovejas
tierra negra
siempre negra
pero esta sangre abrevada
tacto que toco
el brazo largo que esgrime el rémington
todo controla
la policía, persigue, acosa, cumple
estos mis hijos, mis brazos
los terrones son estos hombres
casi vivos, casi humanos
cuando empuñan el rémington
cuando sonrientes me buscan
“coronel, coronel”
'23~
como quien nombra a su padre,
su propia sombra, sus sueños
en los rieles, en las ondas eléctricas
extiendo mis manos
tacto que toco
superficie porosa
sangre
mis manos como rieles
y las ordenes se expanden
es el miedo
abrevada en
un impulso eléctrico
trituro el corazón de los
hombres
como estos terrones
coágulos renegridos
tierra que toco
abrevada
fértil
apta para agricultura
el ganado
ya pronta para pastar.
'-*■' 25 '
“Instrucciones para cría científica de ovejas
en los Rebaños de la América del Sud.
Por
A. H. Grieben
No se puede decir: esta ó aquella raza de ovejas,
es la que, trae el más grande producto, por
esto las debemos criar en todas partes. La cría
depende de ciertas circunstancias, y se tiene que
considerar no sólo las proporciones y relaciones
físicas, mercantiles y climáticas de la estancia ó
propiedad, sino también la persona y calidades del
propietario, y los medios pecuniarios existentes.”
(y serán un calco, el doble, una raza de la otra, los
mismos gestos, la misma mirada alucinada, perdida,
atentos a la esquila, al borbotón eiel degüello, al
balido y el grito)
una vaca pastando
frente a un alambrado
donde cuelgan
—secándose al sol—
cueros de otras vacas
{las vacas
son entes metafisicos
'26~
y ya no vienen ni van
tampoco ven
en un campo verde
un día de febrero
porque están muertas
congeladas
en la carne
y la escritura)
(y cuando hayamos liquidado la escritura
[de nuestra vaca propia )
la educación destroza la sensibilidad
crea hábitos
fascistas
populistas
(¡viva el pupitre individual!)
guitarra negra
lógica del matadero.
Julio y María E.
“De la puerta para afuera la Muerte, de la puerta
para adentro también
la Muerte: la noche dentro de la Nada.”
Julio Herrera y Reissig
I
siempre la enfermedad, los filtros macerando los
cuerpos, un mugido lento, quebrado, retorna del
océano (como un dragón asirio ), una pena gris
burila los rostros, moldea los órganos que arrastran
las olas, capas de mareas humanas se anudan en
la garganta (la peste aniquilando los albatros que
vuelven del horizonte), cuerpos que se ensanchan
y contraen, la vida coagulada en estas playas.
II
la noche quiere apagarlo
el cuerpo sabe
(respira, se tensa)
' 29 ~
la noche con su agua densa
arrastra imágenes
heridas en la retina
atraviesan la oscuridad.
III
¿cuántos fluidos corporales
serán extraídos?
un relámpago de metal
deshace las entrañas
fue hecho este polvo
para que sufrieras
aquí comienza la soledad
el gusto ácido en la boca
la noche
el sudor
las pesadillas
(y el jadeo)
música triste
es cierto
’3CT~
¿la poesía nace aquí?
el poeta tendido en la
cama
bajo el paraguas
oprime una pulga
entre sus dedos
y la observa
ella está naciendo entre escombros.
Mi temor es el que no haya reposo
dentro de estas paredes
iguales a la noche
en el terciopelo negro de mi cuerpo
la oscuridad no alcanza
no cubre este canto ambiguo
(solo habla, dice, un balbuceo
croar informe
su eco —sin reposo— va goteando la nada).
Respública
un oso Carolina
un gran oso colorado
“de acá no nos sacan, si no es a balazos”
un oso Carolina
(un gran oso colorado)
balanceándose sobre el abismo
en una cuerda engrasada
una serpiente se muerde la cola, símbolo del
infinito, las funciones primordiales del Estado
son perpetuar al Estado, alcanzar un equilibrio
entre el cielo y la tierra, estabilizarse, flotar y
devenir, se decreta la fiesta de la razón, el culto
del ser supremo y la religión de la vaca pastando,
los rituales se celebrarán en usinas eléctricas y
tambos, todo sujeto a lógica, método e higiene,
al norte del río negro, en las llanuras de piedra,
los sicofantes encargados del culto realizarán sus
sacrificios cada luna llena, vestirán siempre de toga
o túnica blanca y chiripá, en el sur, los verdaderos
creyentes y altos sacerdotes del culto, luego de
ayunar ocho días y ocho horas, dirigiendo plegarias
~33~
a la meca-obelisco, efectuarán los sacrificios todos
los días feriados, se vestirán de riguroso overol o
casaca, una vez cada cien años se colectivizará el
objeto de este culto, dando abundantes porciones
y tajadas a cada creyente, aunque se sospechen
tendencias demagógicas y milenaristas, es estricto
artículo de fe preceptuado en la constitución de
la respública.
“yo, J.B.Y.O —uno, dos y trino— en estas pe¬
queñas pampas casi desoladas, fundo mi reino,
sostenido en la religión de la vaca pastando, y lo
lego a mi progenie.”
34'
esta Polis
llamada
Leviatán
llamada
Contrato Social
llamada
Dictadura del Proletariado
esta res (o vaca)
pública
da tajadas (diferentes)
todos.
~ 35 ‘
y mueres en el transcurso de los días
y muero en el transcurso de los días
aquí ya no abisman los infinitos pascalianos.
•j6~
Iris
escuchamos esas voces, pero no somos nosotros
siempre hace frío mirando esas manchas en la pared
gárgolas se dibujan en los muros, un jardín con
peonías encendidas, con pájaros de fuego
el mirar que se posa en lo blanco, que lame la
blancura de las sábanas, es el inicio, el diálogo
establecido con los otros, porque todos son túnicas,
ojos ahuecados que reflejan una llama de ansiedad,
no viste la corona desnuda en su cabello, ni el blando
fragor de los niños en otoño, en la pérgola, al fondo,
en las jaulas para canarios me pegaban y como iba yo
a defenderme si nunca maté una mosca
C La Mañana , 13 de diciembre de 1933)
UNA JOVEN NORMALISTA MATO A SU PADRE EN UNA
QUINTA DE LA CALLE LARRAÑAGA
PROCEDIO DESESPERADA POR LA VIDA DE MARTIRIO
QUE EL AUTOR DE SUS DIAS DABA A LA MADRE, A
CAUSA DE SUS CELOS
“Yo lo maté —nos dijo— es mi padre”
37~
la flor veritas en el cabello, la rutilante flor
encendida, pero era una incitación, una mentira,
con un vestido hecho de guirnaldas y confituras,
de incendios verdes, con plumas turquesas de
fibras 100% naturales, se paseaba delante de
todos
La demente canturrea
victima de una estatua de sal, un leviatán
chiquitito, un burócrata estricto y encorvado,
me escondía entre las madreselvas del jardín para
orinar, tratando que el goteo no pudiera oírse
quedaba sucia y me picaba
“Señalada con el número 2867 a tres cuadras
de Montecaseros, en la avenida Larrañaga, está
ubicada la quinta en que vivía Lumen Cabezudo
Portillo, agrimensor, de 53 años de edad y
empleado en la Dirección de Avalúos.
Habitaba la finca con su esposa Raymunda
Spósito, uruguaya de 45 años, su hija Iris,
estudiante normalista que se hallaba ya en 5 o año,
su hijo Ariel, de 17 años y dos menores.”
dicen que no tengo nada
el padre-juez, la madre-cama
a un lado mis hermanos, animalitos famélicos
j8-
la mesa larga, tendida para el sacrificio
Qlfigenia yo? ¿Electra yo?)
Iris y sola Iris
siempre se entra y se sale de esa puerta llamada
madre, de esta casa con partituras tiradas en el
suelo, de ese túnel con azulejos de cocina y manos
fregando, cortando la herejía de la piel y las visce¬
ras de la cena, no hay unción, pero luego el jardín,
las miradas filtradas sobre el cuerpo puerta, sobre
la entrada de la madre, (deseada yo, deseada ella,
en la mesa tendida, empalada, en la cama, cami¬
lla, dormida, barbitúrica, planchada), la pérgola y
las rejas flamboyant más allá, tetera de porcelana
verde (el espacio del jardín), con el cuerpo abierto
en plumas, en centellas desprendidas de la car¬
ne, la saliva cubriéndola, los ojos — del vecino, del
lechero, del panadero, del cartero, del oficinista
del ministerio de hacienda — lamiendo el cuerpo,
ese cuerpo, el suyo propio, identificable, desasido,
miel de aire prendida a su deseo, al hueco de nada
—allí, en su centro, en las fauces que gritan, seña¬
lando el fuego que se cuece en el útero— allí, ella,
entre nada, el jardín, la casa, y papá.
“Dentro del jardín una jovencita que acababa de
disparar el quinto tiro del revólver que empuñaba
en la diestra, sobre uno de los canteros.
39~
Lucía la muchacha su uniforme de colegiala y
las trenzas hechas con su cabellera le daban un
aspecto de niña pese a sus veinte años.”
necesito una voz para que la articulen otros
(al dolor —aquél, este— otros lo nombran)
pero se mata al padre, y no a la madre (se demue¬
le la casa, y no la puerta), si este doble, mi deseo,
estaba en ella, había que liberarlo, aniquilando su
negación —la casa, juez, padre— para que salte y
se encienda en peonías a la mirada de todos, a las
miríadas de ojos (faunos libertarios) ¿no es lógico,
no es dialéctico? liberar este animalito tierno que
tengo en el regazo, que antes estuvo en su rega¬
zo, en el pozo entre sus piernas, donde también
apoyaba mi cabeza viendo pasar las nubes, quiero
demoler esta casa-prisión, dejar solo los goznes que
regulen la entrada y la salida entre dos nadas, dejar
a un lado ruinas, al otro el jardín, dejar una puerta,
un pozo, que me aleje de estas paredes blancas.
La demente ya no canta
saber que la vida es de los otros
bs dones de ansiedad fueron bs vanos dones
esta casa, mis hermanos,
fueron siempre los otros
las paredes blancas, los médicos
los siervos, el estado,
los verdes campos, los muertos que yacen
son los otros
la mano que acerco
que busca enlazarme al muro
ya es otra en los otros
sola el espacio que trazo
(las fronteras marchitas)
son el recurso
que una niña buena
interpone
para conservar entre las miradas
su ración de vergüenza.
“Lunes 16 de Diciembre de 1935 y martes 17.
Iris Cabezudo Spósito.
Odio no le tenía. En absoluto. Cuando veía las
miradas, de odio a veces, de codicia, otras, con
que miraba a mamá, me daba mucho fastidio, me
enojaba y con razón (cualquier persona recta que
hubiera visto las escenas que se desarrollaban en
casa, se hubiera indignado); pero cuando lo veía
cansado o asustado, o cuando estaba distraído sin
pensar en cosas malas, me daba lástima porque se
veía que era una persona sin valor propio.”
'4i
no soy nadie, no soy nada,
voces de los otros
iris es una grieta
el espacio trunco
donde se abre paso
la sangre
(ajena)
ya no sangro
no duelo.
' 42 '
pisas tumbas
(no hay un palmo de este estercolero
donde no haya muertos)
que no desaparezcan, no se hundan
los desconocidos
innombrables (esas sombras)
que el mar trae y unge en las playas
(hubo osamentas en los campos
—su recuerdo, sin embargo, ya no pesa—)
pero estos muertos de las aguas
en los pozos, bajo los patios
sin tumba, sin señal
son la sangre estancada
que gotea
' 43 ~
cuando se vayan
una luz se
consumirá
al final del pasillo
(cae un muro sin emitir sonido)
ellos sostienen nuestra vida
nos atan, nos retienen,
cuando todo se precipite en la caída
nada se podrá nombrar
desaparecido el rastro
(su ausencia de nombre)
nos tragará
la inmediatez
lo obvio.
viernes: 5:30 a.m
puertas del cielo
al costado de la tierra
el letrero ciego y la zanja
los ángeles chorreando sudor
(y las pendejas...)
leones de yeso
guardaespaldas inexpresivos
olores dulces
garganta adentro
en las puertas del cielo
al costado de la zanja
linóleo cubriendo los pisos
día después
laqueadas estolas, laqueadas estelas
restos
' 45 ~
trapos, pedazos de piel
polvo pegado al piso
el día después
la vida, el cielo, al costado de la zanja.
•46 —
Cumbia Queer
haciendo The Cure
claves del puerto y la noche
son
no de los trópicos
ritmo
gótico
de las serranías
burilado en la ciudad gris.
si tu padre es zapatero
róbale la lata
ritmos de la noche enlatados
gota
que redime
hada
pegajosa
en el fondo del tacho.
'47'
(la plaza)
ánforas con leones
esfinges
humo dulce en los rincones
la noche vive agonizando
diario del naufragio: 5 a.m. temprano para
acostarse, tarde para despertar
escalera del insomnio
5.30 a.m: la blancura del mármol arroba
¿qué es ese olor? (allí, allí... las sombras y
los olores se esconden...)
las manchas en las paredes contornean
rostros
-48'
(¿las manchas en las paredes contornean rostros?)
materia suave estampada contra el musgo
mármol veteado, rugoso al tacto
(la mano se escorza, se contrae)
vetas, fibras verdosas
(olor a caoba viejo, a ciprés, a terciopelo)
contra el muro, elevación y después la caída.
una rotonda gris
el espacio que se abre
un bar emerge
como una proa surcando la llovizna
agoniza, la noche
se anuncia el maldito
¿qué discurso puede elaborarse
sobre el agua cayendo, y lo gris?
¿sobre lo gris?
apoya el vaso en el mostrador de cármica
(símil mármol)
ve que el tiempo se le va
pero nada espera
(maniático canoso
naufragio directo del hombre
sin nave)
¿las miradas posadas furtivamente
retienen el instante diluido
entre vahos de alcohol, entre manchas de óxido
y humedad en los rincones?
50—
el azar confabulado
en la arquitectura humana que hila y urde
del bar, su escenario
el azar, o un designio, a todos presente
a todos ciego
trama repetida noche a noche, incesantemente
renovada
pacto secreto desde el principio
concluso en el bar, afirmado, y en las últimas horas
de la noche,
con impunidad violado
(se muere incontables veces...
no es la náusea que se trepa, no es el hervor
azul, violeta o fucsia, que recorre los laberintos
[ele tu cuerpo,
no es la flor agria estallando en bilis, y no es tampoco,
el olorfétido, a meada, en cualquier parte... es la vida,
esa cosa mínima, inconsútil, que te expande el sudor,
que desparrama tu estómago solitario, elesguarecido,
[en los rincones)
por el ventanal, espejo del adentro y del afuera,
deformada en los reflejos
entre el tiempo y lo mirado, pasa la vida
cadáver por el brazo
ji~
melodía lenta arbolada entre el humo
bandera de ventiscas apostando la nada.
Montevideo
al este
al centro
Montevideo
en la ruta
mienten los carteles
Montevideo
es un vacío
una entelequia
y por tanto
no puede existir.
~53~
Un vacío de verdad: la flor
(y lo enunciado, de alguna forma,
se repite)
cierro el libro de Eduardo Milán
en ese verso
con un marcador de imágenes de flores
que me dieron en el Prado
(el Prado: un buen sitio
—no muy lleno, no muy vacío—
para escribir poemas
relacionados con flores.)
54'
“Zona de descenso”
y aunque
caigo
el asco
siempre
sube.
en el país de la nueva-apertura-al-mercado
de los campos sembrados
non perezcastellanamente
con soja y montes de eucaliptos
de las cadenas de hoteles
levantados sobre las cadenas de arenales nativos
urge endechar una última elegía
a Hernandarias y el fruto de su vientre.
~55'
nunca quise sustituir el busto
de María
por uno de Brigitte Bardot
nunca lanzar un diktat, un canon
sobre los malos poetas
no soy provocador ni subversivo
y eso es lógico, evidente
vivo en estas landas onduladas
consagradas a la religión de la vaca pastando.
ya no abisman los infinitos pascalianos
ya no abisman los infinitos pascalianos
ya no abisman los infinitos pascalianos
(¿la muerte será suave y ondulada?)
Pequeños Crímenes Cotidianos
el canto del arpista
Doritgo down the otherside for nothing.
J. Kerouac
I
la gran excusa
escribir a propósito de
artifex
fabbro
haz tu juego
convierte
el jardín
en desierto.
II
el que nombra
el tiempo
domine
el que levanta estelas
~6i
marca las calendas
la oración y el óbolo
no mide el tiempo
del miedo
mesura
orden
artificio sobre animal
mapas
crea el rey un orden nuevo
desafía el espanto del tiempo
la corrupción de los cuerpos.
ni
solo en mi reino
agoto los mares de piedra
las tablas del espanto
solo estoy en el descampado
frente a los espejos y la noche
solo con el báculo y sus argumentos
el miedo prendido a mis jirones de pellejo
a través de mí se expande el miedo
—6 2'
la soledad de ser uno y solo
los ríos desaguan polvo
tablas de cuneiformes signos
indescifrables
más allá los confines no proyectan nada
aún no llega mi doble.
IV
no hay conciencia
ni sueño
en la piel del animal
en la selva prendida a tus músculos
como una tela protectora
sos libre
las palabras no vendrán
a cegarte
estás siempre siendo
sin saberlo
lejos queden las ciudades
y todos sus artificios
pero tu doble aguarda
porque vos sabés
que estás roto
y sentir esta pena
es inevitable.
V
los que trajeron
la guerra
trajeron la rosa
moraleja
del polvo.
vi
Ur
Uruk
Lagash
nombres
donde se acumula
el deseo.
vil
debes menguar
te dijeron
apacentar tu cuerpo
*4'
en las aras del templo
contener la paridora
furia
de pantera
abrirle las piernas
a los visitantes
darle voz a los hombres
mostrarles que algo
racional
al final queda.
reverso
VIII
anverso
lenguajes travestidos
donde la piel es el
desierto
comienza la única
ruta.
IX
esa tu historia
la que sabe
la corrupción
de tu cuerpo
no la digas
no la profeses
que se insinúe
secreta
en las sombras.
x
me entrelacé
a tu cuerpo
como quien abraza
la tierra después de la lluvia
sos mi único asidero
la única certeza que poseo
no me mata el monstruo
oculto en el bosque
no me siega la muerte
sos vos
la constancia de tu cuerpo
que está y no está
que estuvo acaso un día
y no estuvo nunca
la que al final me roba
la voz
me arrebata la conciencia
ennegrece por siempre
el blanco de mis ojos.
■66~
XI
mi hermano
mi amante
la oscura mitad del tiempo
compás de los siglos
yace muerto
igual que los animales
que ignoran su
nombre
rindió
su alma
al pellejo.
XII
donde nace todo
nacerá el final
¿para qué el viaje
si has vuelto a vos mismo?
¿para qué la pregunta
cubierta de ceniza siempre?
el amado fue tu sombra
porque solo estuviste
dando tu rostro al viento
ahora lo sabes
donde todo nace
los ríos dejarán de correr.
'67~
canción del arpista
este es Guilgamesh
el primer hombre
moraleja del polvo.
verdad final
siempre solo, naciendo alto en la noche
pregunta vacía, no refugio, morada
claustro cerrado, fuego extinto, nada
monólogo quedo, palabra sin derroche
país sin nombre, nadie que te estreche
te posea, te defina, en su mirada
tierra ajena, landa, muralla alzada
a la ansiosa soledad, creas la noche
sin vados, ni puentes, estéril río
vacuo confín donde perdido ando
espacio cruel, cruel desvarío
compartimos el tiempo, aquí estando
para siempre solos, siempre contigo
verdad final, tú, mi cuerpo, mi enemigo.
~69~
la noche pariendo a los amantes
la noche pariendo a los amantes
la noche eterna y ya cantada
olorosa, perfumada, acribillada de ruidos
noche sin magia, sin luna, sin aguacero
noche cruel, invertida, detestable
noche reflejada en los espejos
(la noche que no cabe en el papel
la noche ominosa de Eladio Linacero)
esa cosa viva, alada (ese animal
bestia rastrera)
noche cosa frágil, mimosa,
(de muslos blancos, asqueante, literaria)
noche tan poca, tan poquita cosa
noche pasajera, noche liviana
noche que siempre falta o sobra
noche imprescindible, descartable
noche excusa, noche soporte
noche que de oscuridad fingida
lentamente nos matas.
' 70 ~
viajero de las horas
la caída de la tarde pesa
negra sombra húmeda
opaca
los ojos que distinguieron
la llama roja oculta en las hortensias
se nublan
fuego que ahora
toca a ceniza
la humedad en los sauces
cipreses, madreselvas
acaricia el verde
con su agua oscura
pasa un lagarto por el jardín
(imagen irreal
división del día
lento viajero de las horas)
¿en la luz incierta, temblorosa,
acaso la soledad se humedece?
~7r
del verde al incendio
osamentas calcinadas agonizan
donde los años
(ya que no estos ojos)
el bosque vieron
(en humo los pinos se evaporan
la humedad relumbrante
en negro muñón de tierra
yace.)
no hay distancia
de la sombra a la sombra
en la espesura
de lo verde al incendio
no hay distancia, si en un
instante exhala, quema, se apresura
como estos años, estos ojos
que la sombra envolverá en cenizas.
~7*
La Frontera
i
aquí se abre el afuera
comienza la frontera
el peligro
los límites de esta
patria
que voy trazando
el cuerpo y su mirada.
II
si el amor no fuera
un gesto adulterado
podría haber salvación
tal vez, en el afuera.
iii
sein
la acechanza
dasein
lo puesto
más allá.
73'
IV
lo puesto
ahogarse en aguas de bronce
conversábamos en el bar
tomando despacio una ginebra
la cotidianeidad marcaba con su ritmo
el ahogo
(ahogarse en la dialéctica de la discusión)
entre el humo de los puchos
sentir que espera allí
eso otro.
v
la frontera de las lenguas
la frontera de los rostros
la frontera cortando los espejos
las tres formas de la nada
las tres formas de la ambigüedad
las tres formas de estar siendo
un cuerpo entre los cuerpos
siempre el mundo allá afuera
lejos
siempre lejos la realidad
la constancia de lo cotidiano
la pasmosa certeza
'"'74'
acusadora
en el fondo de tus ojos.
vi
la pura, simple, la congelada
muerte acechando tu rostro
la frontera dura, impenetrable
la frontera que da miedo
como un animal en la oscuridad.
vil
una paloma contra el gris
lo blanco en el horizonte
una herida en el muro
la palabra presa
en los labios
el arrullo contenido
asusta el pequeño fragor
de lo cotidiano
un vuelo completo
del mutismo
visto desde una ventana.
' 75 ~
VIII
el resplandor del aire
los susurros que anuncian
el goteo
los pájaros llegando del torbellino
y la asfixia, la asfixia
la frontera última
la patria del aire
donde un suspiro te levanta en vilo
y te precipita en la nada,
donde se decide el pulso de la vida,
la frontera del aire
la patria de la sangre.
IX
que horror imaginar en el vacío
las lindes que trazan mi discurso
acaso incierto
que consagran el desamor como un juego
de palabras
porque el río de la lengua unirá
las márgenes
porque mi lengua alcanzará la tuya
aunque caiga cercenada.
—7 6~
X
sufres dices
por la máscara y el engaño
por el abrazo lento
en el borde
pero los ojos están vacíos
aunque te tragues la lengua
y supliques
sufres dices,
de indiferencia
sufres repites
asqueada de mirar la nada
pero es mentira.
XI
a Constantín Kavafis
los ausentes
el mal
los innombrables
y más allá
más allá
la frontera
y todas sus murallas.
7 T
Las Márgenes
I
el que ronda
el hurgador
colecciona
rostros azorados
palabras
gestos
captura en su bolsa
gorriones en vuelo
persigue el filo de la luz
en las calles
en la ciudad gris
ordena el caos
el propio
el ajeno.
~78~
una ciudad gris
II
consumiendo el espacio
una prisión opaca
ajena de sentido
lista al desamor
lista al ocaso siempre
una aventura
un eclipse
ser siempre el naufrago
el huérfano
el pasajero
aferrar las palabras
donde la ciudad se funda
aferrar los escombros
~79'
(nunca estuviste listo
para esto
para atardecer en el vértigo)
construir el balbuceo desde el polvo
allí donde algo tiene sentido
donde se funda el inicio del viaje
(vas a estar por siempre sentado en ese banco
de cara al pizarrón
trazando con letra borrosa
nombres arbitrarios)
ciudad gris que te construyes lentamente
sea el reino
ladrillo a palabra
puesto en la memoria.
—8o~
m
viajo
de una
ciudad
a otra
Montevideo
Colonia
nombres de lo
mismo
(lo otro, lo mismo)
nómade del paisaje
saturado
nómade de sentido
entre nada
voy
de lo otro
a lo mismo.
—8i~
método de la noche
la mirada se pierde
en el espiral de las calles
los ojos caen perforados
esperando el sueño
en los muros
las flores se ocultan
crece un rumor sordo
desde los muelles
todo se repite
convoca al vacío
tan sólo la noche tiene
una lógica
que sube desde los campos
hasta la telaraña
de las estrellas
los amantes buscan la noche
como su unidad primera
los solitarios olvidan su
sombra y los retazos
de la vida
cuando el cristal de la
noche se astille
nadie presentirá el temblor
la caída de ese tenue
hilo
que ordena el latido
de los días.
■8i~
Los tres ríos
A Carlos Mastronardi
i
ardua tarea señalar las aguas
atravesando la imagen del junco
retener otra vez, en el rostro y la memoria
el viento susurrando en laderas de orquídeas
[y fuego verde
mirarás tan sólo el resplandor y no lo perdurable
el sol hiriendo al río, brillando en las retamas.
II
es secreta la correspondencia que acerca mis ojos
al misterio del resplandor quieto en tus aguas
es secreto y tenue el hilo, que enlaza al cielo,
a los hombres, barcos y retamas
la armonía si existe es oculta, ajena a todo
extranjera al río de la lengua, que si asciende
es hasta perderse en miasma.
III
las islas son manchas en tu luz clara
incógnitas que enturbian la lengua rumorosa
en esas islas los pasos se perdieron,
[las voces sonaron hasta apagarse
mis ancestros levantaron sus casas,
[encendieron fuegos, recorrieron
~83-
las costas siguiendo las curvas del estuario
aprendieron el silencio,
[oficio extraño para los hombres
devoraron sus días, y fueron tragados
[por la enfermedad y la muerte
llevo su signo en mi cuerpo, aunque no los reconozco
¿el río de la infancia no se desboca
[en tu cauce y lo retiene?
¿o el río ajeno de la lengua,
[ya no te nombra, y me nombra?
■«4-
el anunciado
a Jacobo Fijman
la mortaja callada en los labios
con la ansiedad y la angustia
repasas sólo la vida más allá
de los muros
ves el deambular de los cuerpos sin alma
dentro tuyo todo ha pasado
y el invierno invade la ciudad
allí dentro, en el Borda
es blanco todo
las noches blancas
los días blancos y sin espera
y dios lleva pilcha de loquero
y aunque te hagas la señal de la cruz
los molinos van a darte contra la quijada
y no serás ya más, no
el anunciado, el amado de los dioses
no serás más el lector de Santo Tomás
el que descifra en los cristales de las iglesias
el resplandor de mártires iluminados
el cristo rojo de tu sangre
ya estarás muerto mirándote al espejo
preguntando dónde está la vida, quién eres tu,
quiénes aquellos, quién el otro, que te acecha
[en la ventana
~«5'
miras tus manos dibujando la curva del destino
[(estás viejo)
estallarán en tus ojos las imágenes
afuera, dentro tuyo, en todas las ciudades
seguirán rondando los enfermos.
■86-
Sacrificio
a Mariella Nigro
en la mesa del sacrificio los lingüistas
estrujando el manantial oculto de la lengua
recorriendo sus propias entrañas
o aquellas ajenas del búho de Minerva
atisban una luz para su ceguera,
el río de la lengua nace de una peña,
[en la oscuridad
y rueda hacia otra
a los lados se pierde la mirada
a los lados la palabra, con ternura, se balbucea
rondan como cuervos el vacío y el sinsentido.
fuera del círculo, fuera del templo consagrado
caen las aguas en eterno pozo
pero no lo ves, no puedes verlo, ni sentirlo
pensarlo o señalarlo
afuera no hay nada
(no existen nombres para la nada).
el sinsentido asume forma de mujer
[o de fantasma
en la penumbra.
en los bordes, en la frontera, la palabra
[desea nombrar
su origen, parir la furia que destroza sus entrañas
el manantial se agota, expande sus redes
—87—
para que nunca haya salida
nunca una víctima/ nunca un final
[para el sacrificio.
—88—
NN
cárceles como
túneles en la sangre
los animales se escurren
recorren los caminos tortuosos
adelgazan sus cuerpos
en las alcantarillas
en las playas se desploman
las bolsas con los NN
entre las algas
el recuerdo de tu
infancia
la luz sobre las playas
no puedes ver las
colas de zorro plateadas
en los bosques
revientan los músculos
bajo el torno
¿qué música
modula
el resplandor?
—89—
voces, palabras, ecos
traza el límite del torbellino
las colas de zorro bajo la
luna
en los bosques
el olor a eucaliptos
las playas cubiertas de
bolsas negras
tu sangre apretada
en los corredores
en las arterias
en los altos hornos
los rituales de la patria
la cárcel
el exilio
el inxilio
las fronteras
'90—
pero luego
tu sangre
bullendo
en rebeldía
estoy ciego, estoy ciego
dame un nombre
cubre mis ojos
dispárame, ahógame
dame, por favor
un nombre
al final
el túnel
la luz
al final
tan simple
crímenes cotidianos
~9i'
bolsas en las playas
de tu infancia (¿las ves?
¿recuerdas?
¿te dijeron?)
cubriendo el olor
a eucaliptos (¿oliste alguna vez?)
en los bosques plateados
por la luna
y el viento ululando
entre las colas de zorro
la cárcel
un nombre
la patria (¿estuvo?¿estuve?
¿acaso me dijeron?)
entre los márgenes
la identidad.
' 92 '
Orden del libro
Respública
barro 9
vieja patria 14
Troya (o el cerrito) 17
instrucciones para la cría de ovejas 23
Julio y María E. 29
Respública 3 3
Iris 37
viernes: 5:30 a.m 45
Pequeños crímenes cotidianos
el canto del arpista 61
verdad final 69
la noche pariendo a los amantes 70
viajero de las horas 71
del verde al incendio 72
La frontera 73
Las Márgenes 78
método de la noche 82
Los tres ríos 83
el anunciado 8 5
Sacrificio 87
NN 89
Esta edición de
Respública
se terminó de imprimir
en el mes de mayo de 2012
en Mastergraf srl
Gral. Pagóla 1823 - T. 2203 4760
Montevideo - Uruguay
Depósito Legal 358.172 - Comisión del Papel
Edición Amparada en el Decreto 218/96
PAPELES DE JUAN MORGAN
Julio Inverso
EL TANGO Y LA DROGA
Marcel García
EL DECIR DE LO INDECIBLE
Los rodeos del deseo en la obra
de Alejandra Pizarnik
Paola Gallo
EXILIADOS
Martín Arocena
PERROS DE CAZA
Eduardo Curbelo
D
EL PADRE NUESTRO
ARTIGAS
Martín Atme
Fernando Andacht
poesía
ISBN 978-9974-699-07-6
78
974 699076
RESPUBLICA
Una historia poética del país, una historia hecha de
símbolos, voces y retazos, una historia neobarroca (o
neobizarra). Hernandarias, los Treinta y tres, Julio
Herrera e Iris Cabezudo proclaman, en el emblema de
la R« pública', “la muerte, ¿será suave y ondulada?”
El presente volumen incluye, además, una edición re¬
novada de Pequeños Crímenes Cotidianos.
“Rivero parece deslindar y dar firma a su escritura a
partir de los procedimientos que vienen desde el sim¬
bolismo, que incluyen, por ejemplo, la elusión, el
“opacamiento” de la referencialidad del idioma, el uso
de la página y la diagramación como espacio de
creación del sentido. (...) En el caso de este coloniense,
se podría decir que su distanciamiento geográfico
respecto al capitalino, centro hegemónico de la poesía
nacional, encarna y dramatiza el distanciamiento que
él mismo impone a su escritura respecto a las normas
del uso, donde, por ejemplo, los atributos de raigam¬
bre simbolista no son moneda valorada. Esa es parte
de la rareza de este poeta, y la garantía de su escritura.”
Alfredo Fressia.
O
estuario